Poesía hecha desde la resistencia, el horror y la sanación
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Poesía hecha desde la resistencia, el horror y la sanación
Las poetas mayas Juana Peñate y Angelina Súyul compartieron en el ágora de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, su trabajo y visión en la charla “Cantos hechos de palabras. El mundo a través de lenguas originarias”, dentro del marco del Festival Cultural Universitario 2023.
Oliver Zazueta
“En Acteal se están matando, hay derramamiento de sangre”: las palabras sonaron así en la radio y a Juana Peñate la piel se le puso chinita. Ahí supo que tenía que escribir sobre ello.
Su madre solía escuchar la radio de manera frecuente y las noticias fluían profusamente a la mañana siguiente de que un grupo paramilitar entrara a esta comunidad del municipio de Chenalhó, Chiapas, y asesinara impunemente a hombres, mujeres y niños mientras oraban al interior de una iglesia.
El horror puede mutar en desahogo alegórico y torrentes de belleza, tal y como lo evidencia esta autora, quien compartió foro en el ágora de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, del ITESO con la también poeta maya Angelina Súyul, dentro del marco del Festival Cultural Universitario (FCU) 2023, en la charla “Cantos hechos de palabras. El mundo a través de lenguas originarias”, moderada por la escritora mazahua Susana Bautista.
Tras Acteal, así escribió entonces Juana Peñate su poema “Chukoch (¿Por qué?)”:
“Tantos poetas he escuchado / Entre las llamas de mi soledad / Que las notas de mi alma / No comprenden aún / Por qué la vida lucha / Encerrada en los fierros del universo / Una mañana escucho / A un poeta carmelita / Les habla alegremente a los campechanos: / ‘Mis mujeres tejen y cosen el henequén’ / Otra mañana, otro poeta / Habla igualmente / Ahora es tabasqueño / Ante el micrófono / Adorna a sus bellas mujeres / Con palabras floridas / A la mañana siguiente / Escucho melancólica / A un poeta de Acteal / Y exclama: / ‘El fin de mi mundo’”.

Ella escribe en español y en chol, una de las 13 lenguas que se hablan en territorio chiapaneco, y es originaria de la región Tseltal Chol en el norte de la entidad, a cinco o seis horas de la capital, Tuxtla Gutiérrez.
“A nosotros, los pueblos choles, se nos arrebató todo, la indumentaria, las ceremonias tradicionales, pero lo que teníamos bien arraigado fue la lengua, de manera oral se pudo guardar en un cajoncito esa parte tan importante”, explicó.
Angelina Súyul proviene de San Juan Chamula, de una pequeña comunidad llamada Las Ollas, que se ubica en Los Altos de Chiapas, en una región fría con neblina constante, cercana al centro turístico de San Cristóbal de Las Casas: “Somos un municipio que ponemos mucho en práctica nuestra cosmovisión, obviamente mezclada con la visión occidental católica”.
Ella es de quienes piensan que la poesía sana, pero también es resistencia cultural, como se muestra en “Yavanel jbats’i k’op (El grito de mi lengua)”:
“Una voz penetró mi pensamiento / cómo cerrarles puerta a desconocidos / así le cerré mi corazón / y se hizo más fuerte el bramido / Pronunció mi nombre con voz de anciana / me gritó cual abuelo en las cumbres / cual montaña al derribo / No percibí el origen del clamor / Era rugido de jaguar herido / auxiliaba un soplo para vivir / Era mi idioma en resistencia a la extinción”.
La influencia del zapatismo en las letras chiapanecas
Susana Bautista destacó que la irrupción en 1994 del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), así como su posterior presencia a lo largo de las siguientes décadas, influyó notoriamente, primero en el reconocimiento de los pueblos originarios, pero también en el empoderamiento de las letras de escritores de origen indígena, y especialmente mujeres pertenecientes a distintas culturas.
“El zapatismo viene a ser una sacudida para los pueblos indígenas, por el tipo de reivindicaciones. Sí, hubo una guerra de baja intensidad en los territorios del sureste mexicano, pero de todo eso surgió la conciencia social, y parte de esta literatura es reflejo de este testimonio y de una memoria social”, expresó.

Para Peñate, la aparición del movimiento zapatista le permitió mover en su interior las entrañas de la identidad: “Nos vino a mover quiénes somos, preguntarte ¿a dónde pertenezco? En un primer momento piensas y empiezas a rescatar tu historia. Yo era una preparatoriana tratando de terminar su bachillerato, pero si no hubiese sido por el zapatismo no estaría aquí”.
Súyul recuerda que era muy pequeña cuando ocurrió el levantamiento y su primer registro fueron los helicópteros del ejército volando sobre su cabeza, así como el temor de su padre de que las balas los alcanzaran; sin embargo, luego de los Acuerdos de San Andrés y el fortalecimiento nacional e internacional de las comunidades zapatistas, el panorama cambió: “Después se abrieron muchas oportunidades, tuvimos la opción de salir, de que ya no nos dijeran: ‘Tú eres indígena y no puedes’.
Tuvo muchísima influencia en el movimiento literario que surgió”.
Aunque su trabajo y el de otros autores indígenas ya está más visibilizado, aún resta mucho camino por avanzar, pues hoy en día hay pocas editoriales especializadas en pueblos originarios —Pluralia Ediciones y Oralibrura son dos de ellas.
Juana ganó en 2020 el Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA), que se entrega en la FIL de Guadalajara y está por publicar su poemario Danza de la lluvia; mientras que Angelina tiene publicado el poemario Rebelión de la luna en la editorial tijuanense Pinos Alados. Además se puede encontrar su material en redes sociales o en sitios como https://circulodepoesia.com/.
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